Simón Rodríguez

El traductor

Por María José Gimenez


SIMÓN RODRÍGUEZ (CARACAS, 28 de octubre de 1769 – AMOTAPE, PERÚ, 28 de febrero de 1854)

El renombrado filósofo Juan David García Bacca celebró al maestro del pensar venezolano con su obra Simón Rodríguez: Pensador para América, cuyos capítulos llevan por título elogios con los que enalteciera Simón Bolívar a su maestro: “El Sócrates de Caracas”, “Filósofo cosmopolita” y “El hombre más extraordinario del mundo”.

Registrado en el acta de bautismo como “expósito”, se sabe poco de sus primeros años. Se cree que su padre fue un músico y maestro de capilla llamado Alejandro Carreño y su madre, Rosalía Rodríguez. En 1791 ya se había iniciado en la enseñanza en una escuela de “primeras letras” y para 1792 era tutor de Bolívar, de cuyo abuelo materno era amanuense. En 1794 entregó al Ayuntamiento de Caracas una Memoria titulada Reflexiones sobre los defectos que vician la escuela de primeras letras en Caracas, y medio de lograr su reforma por un nuevo establecimiento, en la que propone la creación de nuevas escuelas y aboga por un mejor reconocimiento de la profesión docente y por la igualdad social y racial en el derecho a la enseñanza.

En busca de la libertad ideológica y de acción que no le permitía el régimen español, salió de Venezuela en 1797 para nunca volver. Se cambió el nombre por el de Samuel Robinson en Jamaica y se trasladó a Estados Unidos, donde vivió hasta finales de 1800. En Francia tradujo la Atala de su contemporáneo François-René de Chateaubriand en 1801, la cual dedicó a sus alumnos: “A la juventud de Bayona en Francia. Un viajero extranjero, a quien habéis acogido con tanta bondad, os dedica Atala, traducida de una lengua que os es familiar”. La autoría de dicha traducción, plagiada por Fray Servando Teresa de Mier, un sacerdote mexicano revolucionario, fue finalmente confirmada por Pedro Grases en su texto La primera versión castellana de Atala (Caracas, 1955).

Caracterizado por García Bacca como cosmopolita social, político y lingüístico, Rodríguez permaneció en Europa por más de veinte años. Allí tuvo varios encuentros con Simón Bolívar, cuyo compromiso político influenció avivando el fuego independentista con sus ideas libertarias y sociales. Se sabe muy poco de los viajes y labores que lo ocuparon entre 1807 y 1821.

A su regreso a América hizo un arduo recorrido por Panamá, Cartagena, Ecuador, Perú y Bolivia, donde, a pesar de las numerosas dificultades que agobiaron este período de su vida, su dedicación por la educación del pueblo dejó su marca en las escuelas que fundó o dirigió a su paso y en las obras que escribió, entre las cuales se cuentan Sociedades Americanas en 1828, cómo serán y cómo podrán ser en los siglos venideros; El Libertador del Mediodía de América y sus compañeros de armas, defendidos por un amigo de la causa social (1830) y Luces y Virtudes Sociales (1834).

En 1853 volvió a Perú y, en el pequeño pueblo de Amotape, murió el 28 de febrero del año siguiente. Sus restos reposan en el Panteón Nacional, en Caracas, desde el centenario de su muerte en 1954.


FUENTES

Christopher Domínguez, “Fray Servando entre los judíos de Bayona”, Fractal n°13, abril-junio, 1999, año 3, volumen IV, pp. 11-40. 26 Nov. 2007.

“Simón Rodríguez”. Historia de Venezuela en imágenes – digital. Fundación Polar.

García Bacca, Juan David. Simón Rodríguez. Pensador para América.

Cronología de Simón Rodríguez. Vida y obra de Simón Narciso Jesús Rodríguez. Academia Nacional de la Historia. Caracas, Venezuela. 26 Nov. 2007.