Juan Antonio Pérez Bonalde

El traductor

Por María José Gimenez


JUAN ANTONIO PÉREZ BONALDE (Caracas, 30 de noviembre de 1846 – La Guaira, 4 de octubre de 1892)

Juan Antonio Pérez Bonalde, “el poeta más culto y cosmopolita de la historia literaria del país” después de Andrés Bello,[1] pasó parte de su juventud en Puerto Rico, donde su familia debió alojarse por razones políticas desde 1861. En 1864 retornó a su tierra natal, donde manifestó su patriotismo al participar en la lucha de los partidos[2] y empezó a revelar la agudeza de su pluma al escribir una sátira política contra Antonio Guzmán Blanco que lo condujo una vez más al exilio en 1870.

Durante toda su vida labró con dedicación las letras y adquirió un profundo dominio de varios idiomas. Visitó Europa, Asia, el Medio Oriente y Latinoamérica. Sus gustos refinados y una inigualable formación favorecieron su búsqueda incesante de la belleza, la perfección en la forma y la elegancia en el estilo.

Pertenece a la llamada segunda generación del romanticismo en Venezuela y es considerado precursor del modernismo por haber traducido obras de Heinrich Heine y Edgar Allan Poe. Fue uno de los primeros escritores en incorporar manifestaciones parnasianas y naturalistas a la poesía latinoamericana.[3] La combinación equilibrada de subjetividad, fantasía, moderación y reflexión que caracteriza su poesía da voz a la melancolía y el pesimismo engendrados por la lucha entre el hombre de fe y el intelectual. Expresó sus más profundos sentimientos y pensamientos en obras como “Semper”, “¡Bendita seas!” – que dedica a Puerto Rico – y el “Canto de Maitín”, un grito desesperado del más puro amor y el desconsuelo que vivió a raíz de la pérdida de su esposa, así como un poema posterior, “Flor”, en el que lamentaría la pérdida de su hija.

Según Silva Gruesz, Pérez Bonalde poseía una profunda convicción del poder político de la palabra, al igual que sus contemporáneos José Martí y Carlos Morla Vicuña. “Cosmopolita literario”, participó, entre los años 1870 y 1880, en la comunidad de escritores y de expatriados hispanohablantes de Nueva York, donde vivió más de 20 años. Allí se refugió con amigos y frecuentó la Sociedad literaria hispanoamericana, que se reunía en la Librería Ponce de León; con la ayuda de Martí publicó su primer libro de poemas, Estrofas (1877), que incluye su versión en español del “Intermezzo lírico” de Heine[4] así como “Vuelta a la Patria” y otros poemas. “Vuelta a la Patria” es un poema narrativo que reconoce la pérdida que sufrió el autor en el destierro y sublima la permanencia innegable de su patria. Es un himno que revela la poética de la identidad del Pérez Bonalde e invoca la esencia americana al cuestionar su “afiliación” nacional, distorsionada por el destierro y desbordada así más allá de los límites de su país natal. Su excelso “Poema al Niágara”, publicado en Ritmos (1880), fue según Martí (en Silva, 1998), fuente de inspiración para la poesía americanista de este último.[5]

Sus brillantes traducciones son celebradas como verdaderas obras maestras que preservan la complejidad y belleza del texto original. Escribió la versión castellana de Buch der Lieder de Heinrich Heine, que tituló “El Cancionero” en 1885 y del que, según Sanabria (1989) se ha dicho:

Tan exacta y ceñida al original es la versión que, sin ser paráfrasis ni prosaico y servil calco, alcanza, aun sacrificando en ciertos casos, como es lógico, la forma al fondo, la palabra a la idea, suma fidelidad, elegancia y corrección, a la vez que logra imitar el metro, la rima, el ritmo, la disposición de las estrofas y hasta la colocación de los acentos del texto alemán (VIII).

En 1887, publicó la versión española del poema “El cuervo” de Edgar Allan Poe, en la que vertió su melancolía y sensibilidad logrando preservar al mismo tiempo la armonía, cadencia y ritmo del estilo colorido del autor, si bien “diluyó” los seis versos originales de cada estrofa en ocho y eliminó la rima interna de algunos versos (Ibid: IX).

Su extensa obra traductológica incluye igualmente obras de autores varios:

  • Del filósofo alemán Johann Gottfried von Herder “El hijo de la pena”;
  • “Insomnio” y “La romería a Keevlar” de Heinrich Heine;
  • “Los tres amores”, “El caballero nocturno” y “La maldición del bardo” (1877) de Ludwig Uhland;
  • del alemán “Scheideblick” and “Bitte”, en español “Adiós” y “Súplica” del poeta austriaco Nikolas Lenau;
  • “Tres sonetos” de Shakespeare;
  • del portugués, “Su lecho”, de Ferreira (1876), “Mis ocho años” del poeta portugués D’Abreu y “Ruinas” fragmento de “A morte de D. Joao” del poeta portugués Abílio de Guerra Junqueiro; y
  • del francés, “La Venus de Milo” de Paul de Saint-Victor (1890).

En 1889 regresa definitivamente a Venezuela, donde fallece en La Guaira el 4 de octubre de 1892.


[1] Historia de Venezuela en imágenes – digital. Fundación Polar.

[2] Sanabria, Edgar. “A manera de prólogo”. En Poesías y traducciones. J. A Pérez Bonalde. Caracas: Academia Nacional de la Historia. Ediciones del Ministerio de Educación, 1989. pp. I-XI.

[3] Ibid: VI.

[4] Medina Elorga, J. N. “Juan Antonio Pérez Bonalde”. Madrid: Ediciones Rialp, 1991. 26 Oct. 2007 http://www.canalsocial.net.

[5] Silva Gruesz, Kirsten. “El Gran Poeta Longfellow and a Psalm of Exile”. American Literary History 10.3. (Autumn, 1998): 395-427. JSTOR. Concordia University Libraries. 27 Oct. 2007 http://www.jstor.org